A continuación, se añaden los detalles, por lo general elementos no estrictamente necesarios, que sin duda embellecen y enriquecen, pero que también encarecen. Y no sólo en precio sino, sobre todo, en tiempo.
Una actitud que suele resultar beneficiosa es la de marcarse límites externos, es decir que no dependan de nosotros mismos. Por ejemplo: si el cliente no va a pagar más por el trabajo que se le ha de entregar, todo lo que se añada sólo servirá para aumentar la satisfacción del autor sin generar contraprestación por parte de quien ha de valorarlo. Esta actitud puede parecer excesivamente utilitarista. Llevada al extremo, sin duda lo es y no es aconsejable caer en ella en cualquier circunstancia. Sin embargo, el peligro de hacer sistemáticamente lo contrario, es decir, tratar de mejorar algo sin fin, es una amenaza que está presente en muchos informáticos y no sólo en la vida profesional sino también en muchas otras actividades.
Cada tarea tiene sus requisitos para ser ejecutadas. Una tarea persigue un objetivo específico, necesita de determinados recursos y su realización requiere un tiempo estimado a priori con un grado elevado de exactitud. Hoy existen medios muy eficientes para hacerlo así.
¿A qué CIO, CTO o Service Manager no le apetecería trabajar con recursos ilimitados? ¿Quién no ha soñado en alguna ocasión que le dejen tranquilo con su trabajo, que le digan “no repares en gastos” y “tómate el tiempo que quieras”? Desafortunadamente, eso es un sueño prácticamente irrealizable.
El derroche de recursos de hoy puede convertirse en escasez para mañana y el tiempo, de forma muy especial, no es ni elástico ni ilimitado. Si se tienen responsabilidades sobre objetivos y eso incluye el manejo del tiempo propio y el de otras personas, este aspecto de la gestión resulta especialmente importante.